Aparcan 90 dias la entrada en vigor y ….
Las Bolsas se mueven en la incertidumbre por la reciente decisión de la administración Trump de aplazar durante 90 días la aplicación de ciertos aranceles que ha dejado en suspenso a miles de empresas de ambos lados del Atlántico. Lo que en apariencia puede parecer una tregua comercial, es en realidad una prolongación de la incertidumbre, con consecuencias difíciles de calcular, pero que son muy reales para la economía global.
La prueba de lo anterior, lo tenemos en el desastre de los precios del crudo, cobre, transportes, etc, etc.
En el comercio mundial, no solo se mueven bienes de consumo, mas o menos simples o complejos, sino también bienes de inversión que requieren fabricaciones bajo pedido y cuya entrega lleva meses e incluso años.
En las condiciones actuales, no sirven los análisis fundamentales, ni análisis técnico, ni cuantitativos, solo tener hilo directo con los amigos del “manda mas” de turno.
Un mundo interdependiente
En un contexto económico globalizado, no son los países quienes comercian entre sí, sino las empresas y los consumidores. La idea de que Estados Unidos compra a China o a la Unión Europea resulta ya obsoleta. La realidad es mucho más compleja, pero también más fácil de entender: un coche ensamblado en Míchigan lleva componentes de México, Alemania, Japón y Corea. Un iPhone diseñado en California se fabrica en China con piezas que vienen desde Taiwán, Malasia o incluso Europa.
En este entorno de cadenas de suministro globales, cualquier alteración en las condiciones del comercio internacional genera efectos dominó, pero es que además las empresas no pueden planificar, presupuestar ni comprometer precios de venta sin conocer el coste final de los insumos. Si nos acercamos al concesionario de Tesla en mi pueblo y veo un modelo físico que tiene un precio de 25.000 euros y me gusta en todo lo que tiene, no hay ningún problema, pago el dinero y dentro de 3 días cuando le matriculemos, el coche duerme en mi garaje e incertidumbre resuelta. Pero lo normal no es esa situación, sino que quiera personalizar el color, la equipación, la apertura del techo, el motor, etc, etc, y que sean de unas características determinadas. En este caso la venta es imposible, porque nadie sabe el precio al que llegará al concesionario. Y con unos aranceles que pueden cambiar en 90 días o incluso antes, entre el 10%, 50%, 100%, 125%, etc, etc, el escenario comercial se vuelve impracticable para quienes dependen de márgenes ajustados y calendarios precisos.
¿Cómo fijar el precio de un producto que aún no ha llegado?
Fabricar un coche o un teléfono móvil no es cuestión de días. Desde la concepción hasta la entrega final pueden pasar meses, en los que intervienen decenas de proveedores en distintos países. La imposibilidad de saber cuál será el coste real de los componentes en el momento en que lleguen a puerto o se ensamblen en fábrica dificulta enormemente la planificación.
Como nadie quiere pillarse las manos, el resultado es una cascada de decisiones empresariales postergadas: inversiones aplazadas, contratos que no se firman, despachos detenidos en aduanas y un aumento de los costes financieros. En muchos casos, los aranceles anunciados por la administración Trump son tan altos que las empresas importadoras no pueden absorberlos sin perder dinero. ¿Trasladarlos al cliente final? Es una posibilidad, pero en mercados altamente competitivos, puede significar perder cuota de mercado.
Casos concretos: el aceite andaluz en la cuerda floja
No tenemos que remontarnos al olivarero de Jaen cogiendo la aceituna, sino que ya tenemos el aceite de la campaña anterior para la venta. Pero ahora se nos presentan estas dificultades en el sector del aceite de oliva español, en especial el andaluz. Exportar 100.000 litros a Estados Unidos —uno de los principales mercados fuera de la UE— se puede convertir en una ruleta rusa. ¿Qué arancel se aplicará al llegar al puerto? ¿Se tratará de un 25%, un 100% o quedará finalmente exento?
Con ese nivel de incertidumbre, las cooperativas y exportadores dudan entre enviar el producto, almacenarlo o buscar mercados alternativos. Esta parálisis no solo afecta a los productores, sino también a los transportistas, intermediarios, distribuidores y minoristas, tanto en origen como en destino.
¿Tregua o estrategia?
Desde algunos medios estadounidenses se ha interpretado este aplazamiento de 90 días como un intento de Trump por ganar margen político en un año electoral, esperando arrancar concesiones a sus socios comerciales sin asumir de inmediato el coste político de los aranceles. Pero es evidente que son interpretaciones hechas por personas que no pisan las empresas, ni tan si quiera la vida real y viven en mundos conspiranoicos y poco mas,
Pero, mientras tanto, la economía real sufre. Las empresas de fabricacion, de distribuación y los consumidores necesitan certezas, previsibilidad, reglas estables. No pueden funcionar al ritmo de los anuncios improvisados en redes sociales ni de las decisiones unilaterales sin diálogo. Y 90 días, en un mundo hiperconectado, es una eternidad que puede parar mas empresas que el Covid de hace unos años.
Nuestro lema sigue siendo que las Bolsas son impredecibles, pero no son anarquicas.
Por ultimo, el día 26 de abril haremos un webinario sobre el Lumaga System y mucho mas, y ya os podeis apuntar en nuestra pagina web, pinchando en el siguiente enlace:
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